jueves, 23 de julio de 2009

Como somos, -Como estamos- Y hacia donde vamos.



Este es el mapa completo de nuestro país.
Por preservarlo han muerto argentinos de bien.
Para depredarlo, han actuado malos argentinos.
Esto fue ayer. Reformemos el hoy,
Para conservarlo mañana.

Un alerta para el futuro próximo inmediato.

Hay sin duda muchas formas de adueñarse de un país, y esto podemos corroborarlo estudiando la historia. Pero hay dos que son ciertamente notorias y repetidas. Se lo invade con tanques, aviones y bombas y se lo ocupa con tropas, o se lo invade con propaganda, con vicios, con mentiras y con malas costumbres. Se desarticula su cultura y se le crea otra, en donde sus integrantes se presten de buen grado por ignorancia o estupidez a convertirse en "integrantes de la tropa ocupante".
            Los argentinos que sentimos a la patria en el pecho, y que además pensamos, (un sentimiento que se va perdiendo y una práctica que se va achatando), siempre supimos que hay opciones para salir del ostracismo dependiente y echar a volar al país hacia adelante.
           Un país que por su geografía física no puede ser otra cosa que una potencia mundial, pero que por su geografía humana, esta postrado y hasta parecería conforme con ello.
  Los hombres o los regímenes que convirtieron al pueblo argentino en una masa prebendaria, chata, mal educada, desaprensiva y necia, teniendo el potencial en sus manos para impulsarlo a ser un pueblo libre, educado, trabajador y pujante, deberían hacerse cargo del daño causado. Pero no lo hacen, ni ellos, ni sus partidos, ni sus grupos de poder -sean civiles o militares-.
Es más, los argentinos seguimos brindando apoyo a los mismos, ha través de la acción electoral, que es la única herramienta que ofrece hoy la "democracia", votando a los distintos personajes que selecciona e impulsa el sistema con una indiferencia rayana en la estupidez, mientras discutimos como si nos fuera la vida, sobre distintas nimiedades que son parte del magro entretenimiento diario, y que nos las arrojan como un hueso desde el poder.
De esa manera, desaprovechamos la única posibilidad de provocar un cambio que nos favorezca. Lo insólito es que el cambio sería posible, pero lo impide la cultura argentina, cada vez más chata, más pobre, más enferma; y esa enfermedad -epidémica- se extiende vertiginosamente en la escala social.
Obviamente, esto no es casual, sino expresamente digitado por aquellos poderes a quienes les favorece la situación actual. Veamos como lo hacen:
Los medios de difusión, se hallan concentrados hegemónicamente, de modo tal que una sola empresa agrupa un sin fin de medios gráficos, televisión de aire y de cable, en claro contubernio con los poderes políticos con quienes negocian el nivel de su respaldo de acuerdo a su avance en el dominio de la información y el entretenimiento de las masas.
Masas a quienes a su vez condicionan subliminal o directamente a adherir a determinados productos, costumbres o tendencias que favorecen a tal o cual grupo de poder nacional o extranjero, (la única bandera del poder económico es el dinero) abogando siempre por una libertad de expresión que ellos no otorgan, ya que al ser hegemónicos solamente escuchamos una palabra y una posición, la de ellos.
Estos medios, sin bandera, sin ética y sin escrúpulos, son quienes les venden a los niños, adolescentes y adultos, las imágenes y las conductas que conforman un perfil cultural beneficioso para los inversores económicos. Los poderes políticos colaboran implementando medidas que tienen como resultado la instrucción facilista y "domesticada" de los individuos en cada generación, evitando de ese modo la educación tradicional que teníamos antaño, que comenzaba en el hogar, donde se aprendían los primeros límites, las primeras reglas, que ayudaban al niño a convivir en sociedad. Era aquella época donde mamá nos despedía al salir para la escuela diciéndonos: ¡Cuidadito con faltarle el respeto a la maestra, la señorita es la segunda madre!. Y nos íbamos a la escuela a buscar instrucción, ya que la educación, se daba en casa.
Y a las niñas, se les enseñaba el valor de la feminidad, que incluía obviamente la delicadeza, el pudor, la ternura, un vocabulario amplio, amable y exento de groserías. etc.
Mientras a los varones se les enseñaba el valor de la palabra empeñada, del trabajo decente, la actitud ética, la hombría puesta al servicio de la mujer, de los ancianos, de los débiles. etc. Con qué satisfacción nos levantábamos para darle el asiento a una abuela, a una mujer embarazada, a una chica; como nos agradaba demostrar a través de esos gestos que éramos "hombres".
Después, llegaron los invasores. Entraron displicentemente, trayendo sus ritos y costumbres que fueron reemplazando y desacreditando a la de nuestros abuelos italianos, españoles, árabes y judíos. Y trajeron con ellos, además del práctico pantalón vaquero, la hamburguesa, el colesterol y la droga; los derechos humanos, la emancipación apresurada de los jóvenes, el casamiento rápido y sin papeles, el divorcio veloz, el desprecio a la vejez, el desinterés por la experiencia, el despego de la familia, la avidez por las marcas, los reality show, la libertad mal entendida, el objetivo de TENER y no de SER, y por último, el más maravilloso de los artilugios electrónicos, que al principio se utilizaba para hablar por teléfono "El Celular".
Eso si, no lo hicieron solos; Nuestros muchachos ayudaron en algo: Hambrearon a los jubilados primero, demostrando con eso la inutilidad de trabajar toda la vida. Después a los docentes, para que no se les vaya a ocurrir enseñar lo contrario. Abolieron el servicio militar, porque si los padres ya no ponen límites, por que los va ha poner el ejército, ¿no? Luego, implementaron el poli modal en las escuelas, porque si había fracasado en España, un país tan distinto a nosotros ¿porque tenía que fracasar aquí?
Además, defenestraron al ejército y lo desmantelaron, porque ¿para que necesita un ejército eficiente un país que quiere ser soberano? Y anularon el accionar de la policía, que no tiene por que detener a los sospechosos, ni tampoco esposar a los menores aunque los hayan atrapado en flagrante delito, acaso los asesinos, violadores y ladrones de esa edad ¿No tienen derechos humanos?
En fin argentino, si no hace frío, salga un rato de su casa, lo invito a escuchar niñas que hablan como camioneros, toman cerveza y vino en la calle y de su mismo envase, desconocen la feminidad, se conducen como patoteros y cultivan la falta de respeto y la grosería con absoluta naturalidad. Además, si se llega a alguna escuela, podrá ver el reconfortante acto de una madre insultando o pegándole a una maestra porque le puso una mala nota al nene o a la nena. Si quiere puede ver robar o violar, a metros de una comisaría o un patrullero, o prefiere ir a una cárcel a observar como ven televisión los reclusos, queman colchones o le pegan a los guardias. Pero si no le alcanza, busque a los piqueteros que estarán cortando alguna calle o avenida por donde usted no podrá pasar, porque ellos están ejerciendo su derecho de anular el suyo que era el de pasar. O mejor, también podría hacerse usted piquetero, o no se enteró que últimamente les dan casas. Actualícese, ya no se usa trabajar para pagar un alquiler, eso es una antigüedad.
En fin, usted elige argentino, porque también tendría otra opción y es abandonar un poco el fútbol o el Reality Show y ponerse a pensar como utilizar su voto para cambiar ESTE DESASTRE.
Y no se ría ni se despreocupe ligeramente como es su costumbre argentino, porque si no arreglamos esto, la próxima frase será: ¡SEÑOR TEN PIEDAD DE NOSOTROS!.

Pedro Lapido Estran
Poeta y Escritor Argentino
Director/Web Master de www.elarcadeple.com o www.pedrolapidoestran.com

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